No me conozco en absoluto

Ilsutración de Gerard Dubois.

Desde el pensamiento y las ideas no puedo conocerme, no puedo conocer mi realidad, ni puedo conocer la realidad en la que existo. Me explico, me cuento, me describo a mí mismo que soy de tal o cual manera, y eso mismo hago con los demás y el mundo. Me visto de ideas, de conceptos, de suposiciones, pero apenas tengo un registro de la propia experiencia, de cómo soy sin estas ideas y estos conceptos con los que me visto, de lo que realmente significa encarnar el ser vivo en el que estoy constituido. Apenas hay un registro de lo que me sucede más allá del plano mental. No hay ni rastro de las sensaciones que el movimiento produce en el cuerpo físico, por no hablar de que estoy completamente desconectado de mis estados emocionales.

Sin embargo, pretendo conocerme. Y no sólo eso, sino que doy por sentado que sé cómo es el otro y cómo es el mundo que me rodea. Y no. Desde este lugar, ni me conozco, ni te conozco, ni conozco el mundo que me rodea. Desde este lugar lo que hago es relacionarme con una imagen que he elaborado a partir de ideas, pensamientos e interpretaciones. Y soy capaz de «mutilar» partes de mí mismo para sostener esta imagen. Y esas partes pueden ser el cuerpo que soy (me dan asco estas piernas, estos pechos, este cabello, estas caderas), puede ser cualquiera de las cuatro emociones biológicas (rabia, miedo, tristeza, alegría), o pueden ser aspectos de mi personalidad. Y por supuesto, soy capaz de mutilarlos en los demás. Y cuando digo mutilar me refiero a que los rechazo, los cancelo, los penalizo: no quiero ver tu enfadado, no quiero ver tu alegría, no quiero ver tu gordurda, no quiero ver tu fuerza, no quiero ver tu torpeza, tu inteligencia, tus dudas, tu no saber...

Si quiero conocer mi realidad, cómo soy más allá de mi discurso mental, necesito soltar la imagen que tengo de mí, esta imagen fragmentada a la que le faltan el cuerpo y el sentir.

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