Sobre el perdón

Ilustración de Owen Gent.

Hoy me he topado con el vídeo de un tipo que está teniendo mucho éxito en las redes, en sus conferencias y cursos. En el vídeo habla sobre perdonar a los padres. Dice lo siguiente: «escríbeles una carta perdonando todo lo que hicieron en tu infancia y que te dolió. No hace falta que se la des, escríbela y, cuando hayas terminado, la tiras a la basura o la quemas. Y luego pasa página, olvídalo ya, empieza de cero, ¡empieza una nueva vida!».

Mucha gente está hablando de perdonar, y la mayoría, el mensaje que transmite, es de este estilo: es momento de perdonar y tirar pa' lante. Discrepo. Y confieso que se me calienta un poco la sangre al leerles o escucharles. Primero, porque perdonar no es un acto voluntario. Uno no dice te perdono y acto seguido todo queda zanjado. Eso solo lo saben hacer los curas. Y segundo porqué, ¿cómo saben que es el momento? ¿Quién se lo ha dicho? ¿Estaba en la agenda?

El perdón es una sensación, la de estar en paz con algún hecho, con alguna situación o suceso vivido, durara lo que durara. Y esta sensación no llega porque uno lo quiera, sino porque se ha logrado integrar todo el dolor que hay en nuestro corazón y que evitamos sentir, que está ligado a esa experiencia vivida. Y ojo, no todo puede ser perdonado. ¿Cómo se pueden perdonar los crímenes del holocausto? ¿Cómo se puede perdonar un abuso sexual? ¿Cómo se puede perdonar a alguien que entra en un colegio con un rifle y asesina a tus hijos? Hay cosas que no se pueden perdonar. Puedo ponerme en la piel de un agresor y, quizás, llegar a entender el motivo de sus acciones. Puedo aceptar que hiciera tal cosa, pero eso no significa que le perdone.

Hay terapeutas y tipos expertos como el del vídeo que intentan meterte el perdón con calzador. La promesa es: «perdona y serás libre». Opino que confunden perdón con aceptación. Para mí, el camino está en integrar ese dolor que se halla en nuestro interior y que tanto nos aterra, asentir a las cosas tal y como fueron, cada uno a su ritmo, y una vez ahí, que no es poco, ya veremos qué sucede. ¿Y el perdón? Yo lo dejo en manos de algo más grande. Y a los curas, claro.

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Es que yo soy así